En algunas ocasiones solemos tener el antojo de comer algo que no es común en nuestra dieta. En mi caso me ocurre con el maní. No confitado, ni con caramelo, simple, asado y con sal.
El pueblo estaba apacible, parecía un pueblo fantasma. No se veía nadie en la calle, dentro de las casas no se escuchaba nada, ni la televisión, ni algún equipo de sonido.